jueves, 11 de noviembre de 2010

El nombre del bueno (primera parte)

Ya se largó, empezaron a circular los rumores de quiénes son los buenos de cada partido para las próximas elecciones a presidente. Todavía falta año y medio, recién, para las candidaturas presidenciales y ya todo mundo habla solamente sobre el tema. Que la inseguridad, que la crisis económica, que la falta de garantías, que la Iglesia; ni madres, de lo único que los periodistas están preocupados es de quién va a ser el bueno en las elecciones del 12.
En la ciudad de Puebla, como en tantas otras capitales mexicanas, las pláticas de la grilla se escuchan en los portales del zócalo. Ahí uno puede escuchar de todo, sobre la política municipal, estatal, nacional, internacional, parroquial, etc. De todo. Y, como se dice de todo, también hay todo tipo de personaje.
Nunca falta el par de columnistas jóvenes, dedicados y honestos. Pero tampoco faltan los vagos-chantas-estafadores que se hacen pasar por corresponsales o periodistas. De todo, y por eso de todo se oye sobre las elecciones presidenciales que todavía están a días luz en tiempos políticos.
Así, la costumbre ya casi centenaria del nombramiento del candidato presidencial ha hecho de todo para adaptarse a los tiempos cambiantes. Lo mismo hicieron los editores de la prensa, quienes ya no sólo pagan lo que sea por saber quién es el bueno del PRI, sino que ahora también para saber el del PAN, el PRD y, ya que estamos, de los otros cuatro o cinco partiduchos que yacen por ahí. Al pagar lo que sea por el nombre del bueno, el riesgo de comprar mentiras siempre existe. Y esto puede suceder en cualquier momento y en cualquier lugar del centro. Como en el café de Profética.
“El bueno es De la Fuente”, dijo uno de los que estábamos en la mesa. “Lo dijo Cansino, no es cualquier güey el bato”.
Resulta que este amigo, Rodrigo, alias el Rockdrigo o el Rock, también es reportero y de lo que se gana el pan de cada día es vendiendo exclusivas a los jefes editores de los periódicos. No muchos le creen al Rockdrigo, ya que muchas veces ha dicho que traía la mera de ocho columnas, pero a la mera hora lo que traía eran puros blufs. Pero ahora parecía seguro de sí y estaba seguro de traer una exclusiva de millones de pesos, porque eso era lo que había dicho él que pedía por la exclusiva.
“Mira, me dijo un cuate que conoce a Cansino que él dijo que De la Fuente es el bueno. Que este año las alianzas fueron un experimento y que, como mal no les fue, van a repetirlo en el 2012”, con la atención que nunca nadie le daba, todos escucharon atentamente al Rock.
“No es para que la anden ventilando por ahí a lo pendejo, ¿me escucharon guüeyes?”, dijo el Rock. “Es para vendérsela a los meros meros y hacer una lana, y como ustedes no saben qué cuate de Cansino dice que él sabe que va a ser De la Fuente, no me pueden chingar”.
“No mames güey, pura pendejada que dices, cabrón”, le dije yo entre las risas de los demás.
“Neta cabrón, te la juro por esta, mira; traigo en nombre del bueno”.
“¿Y cómo sabes, o cómo dice este güey que así va a ser?”, le pregunta otro reportero y fotógrafo.
“¿No estuvo De la Fuente el otro día con Ebrard en el Congreso de la Unión? ¿No estuvo con Calderón? Bueno”, dice irónicamente Rockdrigo. “Además, en el 2005, cuando el PAN no tenía ni la más puta idea de lo que iban a hacer contra el Peje, De la Fuente estaba en la cabeza de Fox y muchos otros, dice mi cuate que dice el maestro”.
“¿Y del resto?”, le pregunto yo, “porque si vas a vender la buena, ahorita tienes que venderles la de varios partidos a la vez, si no vales madres”.
“Ay, jijo, mira: al PRI va Enrique, eso que ni qué, cabrón. Y el Peje se va a inmolar él solito en el PT y a lo mejor Convergencia, pero no creo que esos güeyes sean tan pendejos”.
En eso, entraron a Profética dos de los tres peces más gordos del periodismo poblano, quienes nunca dudan en comprar chismes para venderlos nacionalmente como noticias espectaculares. Ahí estaban estos dos señores.
“Ve güey, ahí está tu chance dorada”, le dije a Rodrigo.
Sin pensarlo, se paró y fue para la barra del café. Encaró a los meseros y les dijo que cualquier cosa que los señores ordenaran corrían por su cuenta y que no los anduviesen interrumpiendo. Aclarado eso con los chavos de la barra que lo miraron raro, ya que Rodrigo nunca traía dinero y más bien siempre andaba diciendo que fulano o sultana le habían pagado la cuenta cuando nadie se había ofrecido para ello, se dirigió a la mesa de los peces gordos.
“Disculpen señores, ustedes no me conocen pero yo los conozco a ustedes y me voy a sentar a platicar de bisnes con ustedes”, les dijo, seguro, el Rock.
Los dos editores no entendieron bien qué estaba pasando, pero intuían de qué se trataba: Rockdrigo queriendo venderles una nota espectacular.
“No, no queremos escucharte ni creemos que traigas nada bueno. La última vez que te compré una nota, cabrón, después no tuve cara para saludar al gober”, le dijo uno de los editores gordos.
“¿Y el nombre del bueno no se les hace antoja como una súper nota?”, dijo Rock.
“De ti nada es bueno, pendejo, y ya lárgate que nos estás haciendo emputar”.
“A ver hijos de su puta madre, va de nuez, a ver si esta vez no son tan pendejos para entender de lo que les hablo”, les dijo el Rock envalentonado.
“Ni madres, pinche mugroso, lárgate”, le dijo enojado y groseramente el güero director del nuevo periódico El Popular.
“Chinga tu madre, pinche indio rascuache, tú te la pierdes”, le dijo sin nervio alguno mi amigo reportero. “Y a ver tú, pinche gordo feo, ¿cuánto me das por los nombres de los buenos?”, le dijo en corto al otro editor.
“Qué vas a tener el nombre de los buenos, si todavía no hay nada, sólo rumores, como los que me llegan de al diario por docenas a la redacción”, le respondió el jefe editor del Sol. “Y de tí, pinche mal educado, no agarro nada, y ahí te va con albur”.
“¿Ah sí? Mira pendejo, no te parto bien tu pinche madre aquí merito porque no se me hincha un pinche huevo, ¿entiendes, hijo de tu chingada puta madre?”, con todo enojo increpó el Rock al director de uno de los periódicos más prestigiosos de la ciudad.
Todo mundo en Profética se quedó inmutado, desconcertados, expectante de lo que estaba pasando entre estos tres personajes, que ya no se sabía si eran periodistas, malandros o teporochos.
“Te lo pregunto una vez más güey: ¿quieres saber quién es el bueno del PRI, del PAN y del PRD?”.
“Eres un pendejo, Peña Nieto ya lo sabemos y el Peje también”, dice el del Popular.
“A ti no te estoy hablando güey, así que chito: te quedas calladito que te ves más bonito. A ver tú güey, ¿quién crees que es el bueno en la Alianza?”, pregunta desafiante el Rock al director del Sol.
“No pues, todavía no se sabe nada de eso”.
“Eso crees tú pendejo, y te estoy diciendo que te traigo el nombre del bueno y que te vas a ganar el premio de periodista del año con esta nota, y te haces pendejo”, le dice Rockdrigo al viejo lobo de mar del Sol.
“No, pues no me interesa nada de ti”.
“Conste que se las ofrecí… van a ver que me hincho de lana, pinches codos”, les dijo el Rock mientras se dirigía hacia el baño del lugar.   
(Continuará)

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