viernes, 19 de noviembre de 2010

La historia detrás de la historia de Pancho y el pisto

El otro día hablaba con el maestro Güicho sobre esas cosas que lo relacionan a uno con la historia de la revolución. Le contaba cuando Pepe, en los tiempos de La Catarina paulista, me censuró el artículo donde yo decía que Pancho Villa no animaba a su tropa a punta de chicotazos, sino que a pico de mezcalazos. Y así fue la historia, el maestro me dijo que no, que la nota no salía, porque si iba a escribir sobre la Revolución, con 'erre mayúscula', mejor que lo hiciese documentando lo que decía.

"Oye, no chico, pues eso no te lo publico", me dijo, casi ofendido, Pepe. "Aparte Pancho Villa era abstemio", y me vetó la columna de investigación apócrifa.

Pepe, cubano cincuentón, exiliado en los Estados Unidos, después en México y después vuelta para Estados Unidos, es un buen tipo, platicador y muy leído. Es maestro en literatura y escritor. Ha sacado notas en El País de España y muchos otros medios locales, nacionales e internacionales. Entre novelas, narraciones, poemas y crítica, su mero mole es pegarle a Fidel y lo hace bien.

Pero yo siempre pensé que más que maestro, Pepe era infiltrado de la CIA o agente de inteligencia en la interminable lucha contra el comunismo. No lo culpo ni culpo las tareas de la CIA; “yo tampoco quiero revoluciones, prefiero las evoluciones”, una vez le dije a uno de los que Pepe también editaba. La verdad es que Pepe, cuando Pablo Rico fugó porque el barco en Cholula se hundía, entró a suplir al hijo de los dueños de los Medias Blancas.

Así las cosas, Pepe espiaba o eso parecía hacer para muchos. Por eso, algún chiapaneco alguna vez me dijo, "lo pusieron en el periódico, y aguas que hay un micrófono en esta oficina, para hacer lo mismo que los párrocos hacían en los viejos cines de pueblo". Pero en fin, el tipo es un grande y esta columna no va por ese lado.

“¿Cómo que te censuró el artículo?”, me preguntó Güicho.

“Sí, me dijo que Pancho Villa no bebía y que, al escribir eso, le estaba faltando el respeto a la historia, al estatus del periódico y a todo el pueblo mexicano”.

“¿Y qué hiciste?”.

“Rehice la columna y escribí un diálogo apócrifo de la moneda de Kennedy hablando sobre los 13 días”, le dije al estimado maestro Güicho.

El artículo original nunca se publicó y, la verdad, me quedé bien picado de que no se publicara por aquello de que Pancho Villa era abstemio. No podía ser. Una vez lo vimos bien briago, Peso y yo, también briagos, en una de las fotos que le tomaron sentado en el sillón presidencial, junto a Zapata. Así que estaba seguro de que Pancho, como nosotros, también le pegaba al hígado.

“Entonces”, como le conté a Güicho, “en la embajada de Argentina, poco tiempo después de lo del artículo, hicieron una conferencia sobre el Che Guevara en la que hablaba Paco Taibo II. Fui porque estaba organizando un ciclo de cine argentino y en la embajada me iban a ayudar, y además porque el tema era interesante”.

También había un fotógrafo que, en 1966, fue a la Habana a sacarle unas fotos al Che. Pero Paco Taibo estuvo fenomenal, y al terminar la conferencia, en el brindis y con copa en mano, lo encaré para hacerle la pregunta que tenía que hacerle: ¿Pancho Villa era briago o abstemio?

“Villa era abstemio”, para mi pesar, me dijo el famoso historiador. “Pero cuando lo corrieron del comando de la División del Norte, en la época de Carranza, Pancho se deprimió bastante y empezó a entrarle duro a la bebida”, Taibo completó.

“Imagínate que me quedé bastante satisfecho con esa respuesta”, le dije a Güicho, “porque al final, ¿quién tenía razón, Pepe o tu servidor?”.

Nos reímos, pero la historia de Pancho, la fuente de Paco y el testimonio ahí están. Es decir, llegó un momento en la vida de Pancho Villa en la que, además de entrarle a la mota, empezó a entrarle al pisto, “más que nada mezcal y agua ardiente”, como me dijo Paco en aquel brindis tan esclarecedor. Y la historia de Pancho por Paco no miente, por más pacheca que parezca. 


"Está bien pedo ese güey", me dijo el Peso cuando vio la foto.

Dr. Winston O'Booggie
Editor interino P&R

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