sábado, 30 de abril de 2011

Día del trabajo

Ahora que los energizantes amenizan los mítines políticos, la Coca-Cola se quiere tirar por el noveno B. Resulta que, antes, la Coca-Cola era la diva de las concentraciones masivas de acarreados por los sindicalistas charros de la CTM. Ahora ya no más; a la hora de la verdad, en estos tiempos la estrella invitada de las fiestas sindicales por el día del trabajo es la bebida energizante.
Y la bola de compañeros está como loca. Rebotando. Claro, los energizantes son un elixir muy poderoso, capaz de dormir la neurona y redoblar los latidos del corazón. Increíble, transforma a las personas: cuando uno ve a los acarreados marchar, prendidos como en la entrada de un sonidero, lo que se ve no parecieran ser trabajadores ni lo que se presencia el festejo por el día del trabajo. La verdad que no.
“Pues, es que como me decía mi comadrita de la colonia, finalmente es una fiesta”, dice la Paquita. Dice que le dijeron que hay que pensar antes de hablar, y que no se vale decir por decir nomás.
“Es decir”, le digo yo, “como se meten tres latitas de Red Bull es una fiesta”.
“Pues sí…”.
Y es que, el día del trabajo, como ahora es nada más para los que igual y no trabajan pero están afiliados a un sindicato charro, ya no es aquel día del trabajo. Antes el primero de mayo era un día dulce, con azúcar y desfiles de las reinas del trabajo y los himnos por los caídos de Chicago; ahora el día del trabajo es un día de anfetamina. Otro pedo.

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