Las conferencias de Cristina en dos universidades de Estados Unidos
llamaron la atención. El periodismo de investigación no se lo perdió, el
independiente y el militante tampoco. ¿Cómo se lo iba a perder el de humor?
“Dale boludo, preguntale vos que a mi no me sale
hablar en público”, le dice un argentino que estudia medicina en Harvard becado
por el Rotary Club a otro que quién sabe como llegó a la conferencia.
“No, si hablo yo me voy a deschavar”, le contesta
el otro. Resulta que era un infiltrado de una corporación mediática del
demonio.
“¿Por qué, cuál es el problema?”, le dice este
estudiante de medicina oriundo de Corrientes, primo del Chaqueño Palavechino.
“Sí sos boludo, eh”, dice el infiltrado moviendo la
cabeza en gesto negativo. “Vos decile que desde acá lo que parece es que
Argentina se está yendo al carajo”.
“Bueno, le puedo decir que se está cayendo del
mapa”. Eso le constaba al correntino que recién conoció un iPhone al llegar a
los EEUU.
“Como quieras. Lo que los argentinos quieren escuchar
y entender, bueno, en realidad no quieren entender nada, lo que el público
quiere es verle la cara de falluta, cuando diga que hizo su fortuna de manera
honesta. La gente quiere verle la cara y cagarse de risa, porque ¿cómo puede
ser que una mina de clase media, que se ha dedicado toda su vida a la
conducción política, ahora resulta que es de las personas más ricas del país,
con propiedades por todos lados e hijos que no saben qué es trabajar?”, despacha
el colado antes de la conferencia de Cristina.
Ya en la conferencia, cuando esta mujer con varias
operaciones en la cara salió a contestar preguntas, claro que el correntino no
pudo hablar o no se animó, y el otro no se quiso dar a conocer. Pero otras
personas sí preguntaron, dando cuenta de que Cristina es una altanera
intolerante. Además, como vieron los que fueron a la conferencia y me pasaron
el parte, Cristina demostró que tiene una cultura bastante mediocre y que de
inteligencia emocional conoce poco. “Bueno, de inteligencia mejor no hablar”,
dijo uno de los colegas.
Los burócratas que acompañaron a Cris al viaje tampoco
son una perita en dulce. Por ejemplo, el canciller tendrá mucho apellido
alemán, pero es un pedazo de salame. ¿Qué hace asintiendo con la cabeza los insultos
al país huésped que hace la presidente? ¿Está loco? Timermann representa la
diplomacia argentina. Bueno, hay gente que dice que la representa muy bien, así
como Cristina representa muy bien a los negros de la Matanza que, según su
parecer, no están a la altura de los de Harvard. En fin, esta mujer está
re-loca y el que no crea que Argentina esté pálida, que se fije en la cantidad
de maquillaje que se pone Cristina para parecer un poco más guapa y pararse
como una argentina más ante las cámaras del mundo.
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